Se hace verdaderamente complicado hoy en día, con tanto frenesí como se vive por lo retro, por todo lo que guarde un rancio sabor ancestral, entre tanto modelo calificado como “neoclásico”, entre tanta preparación de encargo exclusivo para llevar nuestra moto hacia atrás en el tiempo, se hace difícil, decía, definir lo que es una moto de antes, una moto antigua, si se quiere, diseñada y fabricada hoy, pasando por todas las exigencias que marcan la normativa actual para ser matriculada.
Ésa es la propuesta que hace en la actualidad, metidos de lleno en la segunda década del siglo XXI, una marca como Royal Enfield, con toda su gama puesta en un mercado tan voraz y apresurado, en el que lo de pasado mañana pasa a ser obsoleto antes de tachar su fecha sobre el calendario. Una marca de motos, por otro lado, que es la más antigua (1901), y que mucho más que mantenerse en activo, vive hoy un crecimiento vertical. Sirva como ejemplo el ejercicio 2014, en el que casi duplicó sus unidades fabricadas en el año anterior, llegando a rebasar las 300.000 unidades.
Cualquier modelo de esta marca es una moto antigua, fabricado ahora con una tecnología que guardaba alguna precariedad en el pasado y que hoy día resulta inconcebible, una tecnología que exigía un entendimiento y una sincronía con el motorista, hasta el punto de que debía de sentir cada pieza, cada mecanismo interior en funcionamiento, latiendo acompasada con su propio interior. Una marcha armoniosa y placentera, atravesando campos y ascendiendo puertos de montaña, que debe de llevar a ambos en un devenir romántico que convierta cada paseo en un disfrute pausado de la moto, y cada viaje en una deleitada travesía cargada de esa esencia trashumante que tanto busca y valora el motorista en cada escapada que proyecta.
Pero, para ello, es necesario entender la necesidad de empujar la palanca del estárter al arrancar cada mañana, el consumo austero de la batería, apagando las luces en los semáforos más pesados y sobre todo respetar la mecánica, sintiendo el trabajo del árbol de levas, de las válvulas y de la biela en las velocidades mantenidas a lo largo de la autopista. Si no entendemos esta pauta, si no sentimos latir nuestro corazón al ritmo del pistón y de los balancines que guardan las entrañas del motor de una Royal Enfield, no sólo no comprenderemos su existencia en el mercado de hoy día, no sólo nos parecerá decimonónica su presencia en la lista de ventas, sino que nos resultarán absurdas su modestas prestaciones, su peculiar idiosincrasia, y sus motoristas se nos presentarán como unos frikis sin remedio.
Una Royal Enfield es una moto que vibra, que suda, ¡y que huele! Si llevas contigo cualquier vestigio de modernidad al conducirla, si te subes a ella arrastrando cualquier anclaje en la era digital, no sólo no la entenderás, sino que te parecerá un absurdo cacharro. Por tanto, necesitamos envolver la mente con un halo de romanticismo, y disponer nuestra imaginación en la rampa de despegue para ver ahora cuál es el comportamiento de esta Continental GT, y sobre todo cuál es la carga emocional, e incluso espiritual, que transmite. Una “moto de antes”, que resulta ser, con su chasis Harris de doble cuna, su disco flotante y sus amortiguadores de gas, el modelo más moderno de la saga Royal Einfield.
La Posición
Si somos rigurosos a la hora de clasificarla dentro del amplio espectro actual, tenemos que decir que los semimanillares por encima de la tija superior y las estriberas retrasadas, y ciertamente replegadas, dejan el cuerpo en una postura, por así decirlo, de sport-turismo. Ahora bien, si nos ceñimos a la época, con otras tendencias y otro estilo de pilotaje, que evoca esta Continental GT, tendremos que decir que sí, que efectivamente su posición es deportiva, y su vistosa estrechez con las líneas angulosas de su depósito y el encaje de su colín invitan a sentirse Jim Reedman en Opatija o a evocar, soñando, a Bill Ivi en Imatra, si es que el malogrado Bill y su traicionera Jawa corrieron alguna vez en Finlandia, y, si no, para eso está la pasión del motorista sobre la Continental GT, para impulsar su fantasía hasta crear combinaciones tan imposibles como verosímiles. Sí, una posición, la de esta Royal Enfield, que junto con su sonido de tambor acompasado al ralentí y su rancia estética de carreras, guarda una melodiosa sincronía, que atrapará y envolverá tanto al nostálgico como al joven explorador de tiempos pasados.
Para rematar este apartado, señalar que el asiento se ofrece en dos versiones: Una monoplaza (sin estriberas traseras), como la unidad en negra de las fotos; y otra biplaza, con una tapa de plástico desmontable, para convertirla en monoplaza, a modo de colín, como en la unidad roja.
Motor
El Arranque a patada
Volvemos a la “Moto de Antes”. El arranque con palanca funciona muy bien. La Continental GT arranca a la primera con contundencia, sin ofrecer ninguna duda, y es que no sólo la desmultiplicación del arranque, sino también el mecanismo automático del descompresor funcionan a la perfección.
Sound of Singles
En el momento de soltar el embrague y acelerar con cierta energía, la memoria del lector –si le alcanza-, puede viajar hasta finales de los ochenta y recordar un campeonato: The Sonds of Singles. Aunque la verdad es que la Continental GT no tiene mucho que ver con la Gilera Saturno de 500, que dominaba aquella competición. Pero lo cierto es que nos regala el oído con un matiz musical: El de la Trompeta. Sí, el sonido de escape que emite la Continental GT es ni más ni menos que una trompeta con la que el motorista interpreta cada escala, cada nota de la partitura monocilíndrica con el puño de gas. Con cada ángulo de giro, dejará al instante en el aire una nota más abierta o más cerrada, con cada milímetro que mueva su muñeca derecha, dará un tono más grave, algo más agudo.
La curva plana
No son muchas las r.p.m. que alcanza este motor – como un coche diésel a 5.100-, y en las primeras aceleraciones, uno espera el previsible tirón final que presagia, simplemente, conducir con un manillar de dos piezas. Sin embargo, con los 29 CV de la Continental GT no existe, no hay tirón, no hay pico ni tampoco cresta: el motor llega hasta el corte empujando exactamente igual que lo hace a 2.000 y 3.000 rpm, y es que estamos hablando de un motor de dos válvulas y de carrera larga (87 mm x 90 mm), por tanto, es también “un motor de antes”.
¿Decepción? Es posible que alguno se la lleve, pero lo cierto es que la Continental GT no se presenta, ni en el catálogo ni en la tienda, como un modelo de prestaciones excitantes, ni su concepto es el de una moto de vértigo y adrenalina. No, esta Royal Enfield es una máquina evocadora, es una pócima para soñar con los cuentos medievales del motociclismo, para lo otro, para la sensaciones extremas –y no por ello más intensas-, ya existen muchos, muchos modelos en el mercado.
Como contrapartida, esa curva plana te facilita como pocas la conducción por las carreteras más reviradas, de manera que, si por falta de aptitud o de experiencia, o por puro despiste, nos quedamos con la marcha larga a la salida de una curva, el monocilíndrico de 535 tapará nuestra carencia pasando por encima la llana de esa entrega tan plana.
Aparte, añadiremos finalmente que, con una preparación de la centralita y del escape, se consiguen 5 CV más, que darán ese tirón esperado por algunos en la franja final del cuentarrevoluciones.
El Cambio
Sólo cinco marchas y con un recorrido un tanto llamativo de la palanca en cada selección: “Un cambio de antes”. Cinco marchas que serán suficientes para esos 44 Nm de par y esa entrega plana del 535.
Vibraciones
¿Qué a través de los espejos no distingues qué coche te sigue? Sí. ¿Que el primer trepidar que sientes en las manos te resulta extraño, incluso te pone en alerta? Desde luego. ¿Y que al cabo de 150 o 200 kilómetros sientes un hormigueo en el trasero –también en el de un servidor, más curtido que el de un madril- justo contra el tope del colín? También.
Pero, si no tiene tanta importancia para ti saber cuál es la marca y el modelo del coche que te sigue, si estás huyendo de las motos sosas, de las motos que ni dicen ni transmiten nada, y estás buscando una moto con Alma que se sienta viva; y si en definitiva, eres un nostálgico, o eres un amante de la historia, o un recalcitrante defensor de los mejores tiempos pasados, pues esta Continental GT vibra, vibra como una moto viva y sobre todo como “Una Moto de Antes”, y por tanto, deberás repasar de vez en cuando las partes más sensibles, las que se puedan aflojar con mayor facilidad; algo, por otra parte que no costará ningún trabajo porque supondrá una labor incluida en la tarea de concienzuda limpieza que aplicarás casi a diario; porque… ¡No me negará el lector que sería un pecado execrable tener sucia una moto como esta Continental GT!
Consumo
El depósito guarda unas formas acorde con la filosofía del modelo, por lo que se capacidad se sitúa en unos discretos 13,5 litros, que sin embargo nos ofrecen una autonomía mucho mayor de la que cabría pensar. Los consumos que hemos extraído de la prueba varían entre los 4 litros justos, en una conducción suelta y ligera por ciudad, y los 4,4 en una conducción más exigente por autovía y sobre todo por carreteras de montaña.
Paso por curva
Un paso de 130
Si nos bajamos de casi cualquier moto actual y nos subimos a esta Royal Enfield, debemos de tantear algo, no sólo su ligereza -185 kg-, sino sobre todo el comportamiento en el giro, el momento de tirarla, para entrar en cada viraje y también en los cambios de dirección. El Pirelli Sport Deamon, de sólo 130 detrás, marca un comportamiento particular, si tenemos en cuenta que sólo una bicilíndrica de 600 actual monta un 160. Así es que, por poner un ejemplo descriptivo, si se diera el caso de que posees una deportiva de ahora y una bici de montaña bien calzada, piensa más bien en la bici que en la deportiva a la hora de meter la Continental GT en una curva. Además, las dos llantas de 18”, vuelven a recordar, con esa medida, ese concepto de la “moto de antes”. En cuanto al agarre de estos neumáticos, está en consonancia con las prestaciones del 535 y lo que puede dar de sí montados sobre el chasis doble cuna de Harris. Cumplen sobradamente.
En definitiva, la baza que juega la Continental GT en los tramos revirados es otra, la baza es un paso por curva de leyenda, que deja en evidencia el de muchos modelos de rabiosa actualidad, juega las cartas de una frenada sencilla –como ahora veremos-, sin cifras espectaculares de deceleración, pero con una efectividad que permite soñar evocando ese cero de Opatija, tras la bajada del acantilado, o, ¿por qué no?, el mismísimo ángulo de Bugati, en la sima más profunda de El Jarama.
La Frenada
La maneta parece acariciar el disco al recorrer los primeros milímetros de su juego, luego la pinza Brembo aprieta el ferodo contra el metal y, si le exigimos al final, termina mordiendo con contundencia para detener la ligereza de la Continental GT en muy pocos metros. En definitiva: dulce, dosificable y también contundente. ¡Qué más se puede pedir!
Por su parte, el trasero aporta una capacidad de retención sorprendente en una moto tan ligera, tan corta y con el motorista en una posición tan anticipada.
La Estética
Sólo un par de apuntes, únicamente para orientar al lector, dejando lógicamente a su gusto y criterio la opinión definitiva que pueda sacar después de observar las fotos de esta Continental GT; una moto que evoca varios cuadros impresionistas, por decirlo de algún modo, según la perspectiva desde la que la contemplemos. Desde un ángulo frontal, algo virado hacia un lado, recuerda mucho a la Laverda 750 SF; desde atrás, con toda la perspectiva lateral, a una Ducati Road de las que salieron de la antigua fábrica de Mototrans, y por último, al ver la forma y color de los amortiguadores Paioli, otra Ducati, en este caso exclusivísima: El fantástico modelo que réplica de la de Paul Smart.
Llamativa
Con esta Continental GT, me he ido encontrando reacciones sorprendentes, especialmente de personas que poco o nada les dice el mundo de la moto, que no se vuelven nunca, o casi nunca, para mirar los modelos más caros y espectaculares que han pasado por mis manos. Niños, no tan niños, ancianos, cuarentones, y cuarentonas, se volvían e incluso me dejaban caer comentarios, algunos impulsados por la curiosidad y otros por la necesidad de expresar la reacción que les producía contemplar la Continental GT, pero todos, absolutamente todos, con una espontaneidad bordada por una sencilla sonrisa. Sí, tan fácil como que es muy posible que se trate de la moto más llamativa que he guardado en mi garaje.
Detalles
Los mandos y conmutadores
Se sienten sólidos al tacto y en el manejo, dando la impresión de que podrán hacer miles y miles de repeticiones a lo largo de la vida de la Contintental GT. El reloj izquierdo contiene una estrecha y discreta ventana, en la que podemos leer el nivel de combustible, con su aviso de reserva, y debajo podemos seleccionar dos contadores parciales y el contador total de kilómetros, que se ve con la nitidez justa, si se sufre, para dar una idea, 2 dioptrías de la inevitable presbicia. El derecho contiene los testigos luminosos: el la carga de la batería y los obligatorios del neutral y la luz de carretera.
El estárter
Un mecanismo también de antes que monta esta Royal Enfield, a pesar de alimentarse a través de la inyección electrónica, obligada por normativa y, en este caso, firmada por Keihin.
Caballete central
Como todas las Motos de Antes, la Continental GT lo monta. Un caballete muy sencillo de colocar bajo los 184 kilos que desplaza el conjunto. Un elemento que el motorista clásico agradecerá para hacer su mantenimiento de la cadena, o cualquier bricolaje sobre la rueda trasera que tenga el gusto de practicar.
La Bocina
En realidad son dos, y suenan como la de un camión de reparto. Un par de coches se llevaron su correspondiente sobresalto cuando trataban de meterme la rueda, ganarme la posición, haciendo falta personal.
La Cajita con la Pintura
Bien, este detalle es el remate a un concepto de moto que no se lleva mucho, la verdad. Junto con cada unidad de esta Continental GT, se entrega una caja que contiene repuestos diversos, como dos cámaras, un cable de embrague, otro de cuentakilómetros, alguna herramienta y ¡un spray de pintura!
El Precio
5.199 €
Pegas
El alternador
Genera una carga muy ajustada para el circuito que tiene que soportar y, otro detalle por el que volvemos al principio: Esta Continental GT es una “moto de antes”, de una época en la que no era obligatorio llevar la luz encendida de día. Aún recuerdo cuando un Guardia Civil me estuvo regañando después de pararme, con sus Sanglas 400 al lado, por supuesto, por llevar encendida la luz de mi Bultaco Metralla bajo un sol de primavera. La luz de esta Royal Enfield se apaga y se enciende, pasando por la de población, como antes, y si te detienes en varios semáforos seguidos, sobre todo de esos en los que pierdes la cuenta del tiempo que llevas parado, se encenderá el testigo rojo de carga de batería. Ocurrió en varias ocasiones con el freno tirado y el intermitente encendido (42 watios extra), aunque el motor no llegó a acusar ningún fallo. En cualquier caso, si aplicas el simple recurso de apagar las luces, el chivato también se apagará a los pocos segundos.
El Remate
-En algunos detalles simples como el cableado, resulta un tanto descuidado en algunas partes y da un aspecto que rebaja el empaque del conjunto en general.
– En la tija superior no desmerece tanto la pintura gris mate, pero en los soportes de las estriberas y en las palancas de cambio y de freno, sí podrían haber prolongado los pulidos y cromados que les rodean.
En los amortiguadores
El grosor del vástago con el que finaliza cada amortiguador para fijarse al sub chasis es tan estrecho que casi resulta mejor no mirarlo. Aunque en ningún momento dio muestras de debilidad.
Los retrovisores
Ya que las vibraciones distorsionan la visión, como hemos señalado, se les podía haber dado a los espejos algo de curvatura panorámica, para ganar extensión, aunque los el recorte de ambos resulta bastante amplio.
Conclusión
Una moto que hay que escuchar y que hay que entender, porque, si no es asi, resultará muy fácil tirarla al cajón de los desastres, y eso no sería justo en absoluto. Es muy posible que ésta no sea la moto de unos cuantos lectores. Seguro que es así. Pero no por ello debe denostarse.
Por otro lado, si sintonizas con el espíritu de esta Royal Enfield, estoy seguro de que no sólo te enamorarás de ella, sino que además será tu pareja definitiva, un amor para siempre, que no envejecerá, porque ¿cómo puede pasar de moda “una moto de antes”? Jamás.
Por último y para dar una idea más del espíritu bohemio que guarda, añadir que no me sorprendería nada ver a un pintor, o a un literato, a un escultor o a cualquier otro artista que jamás se hubiera subido en una moto, como propietario de una Royal Enfield Continental GT.
Una Moto con Alma
Está claro que desde el primer momento en el que pulsé el botón de arranque, sentí, efectivamente, que esta moto tiene alma. Pero, para explicarlo mejor, será bueno desplazarse hasta el otro lado del sentido que pueda tener una moto. Veamos:
Puedes buscar el lado más práctico, e incluso también el más distinguido sobre dos ruedas. Perfecto. Para ello, un maxiscooter bicilíndrico, full equipe, aparcado sobre una plaza de directivo en el garaje de una multinacional puede representar su auténtico paradigma. Bien, pues ese vehículo y esa forma de tomar el motociclismo representan exactamente la antítesis, justo el otro extremo, de lo que es “una moto con Alma”.
No cabe duda de que el espíritu de la Continental GT ya se escucha palpitar sólo con el ralentí de su motor, un corazón de otra época que se oye respirar por la admisión con cada uno de sus latidos. Y al soltar el embrague es muy fácil sentirte acoplado a esta Royal Enfield: Sus líneas esbeltas no necesitan de la marcada ergonomía que perfila la silueta de tantas motos, mucho más grandes, potentes y actuales, para acoger al motorista. En apenas cuatro curvas, ya habrás sintonizado con ella y a partir de ese momento puedes sentir plenamente el alma de esta evocadora de sueños. Es algo complicado de explicar y muy fácil de vivir con pocas motos, muy pocas hoy día, y desde luego que esta Continental GT es una de ellas. Para decirlo escuetamente y sin profundizar más en el terreno existencial, es como sentir tu corazón y el pistón de esta Royal Enfield latiendo al mismo son, con el mismo compás.
La noticia sobre Royal Enfield Continental GT: Una moto de Antes es contenido original del blog de MoriwOki
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