miércoles, 3 de enero de 2018

BMW R nine T Racer: El espíritu cafe racer alemán

¿Qué es la belleza como concepto? ¿Cómo se muestra la belleza sobre dos ruedas?

Son preguntas de respuesta abstracta, si se quieren definir con palabras, pero que encuentran su contestación más completa y certera en el plano descriptivo, cuando por ejemplo echamos un vistazo a las fotografías de este reportaje, mucho más si se contempla esta BMW R nine T Racer y se recibe directamente el impacto de sus líneas neoclásicas, su silueta de rancio sabor heritage.

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Raramente comentamos la estética. En este caso tampoco vamos a hacerlo, tan sólo invitamos al lector a que mire, contemple y a buen seguro disfrute.

Después de ello, veremos el tributo que se cobra esta línea Café Racer sobre la conducción, el uso y el comportamiento general de esta cafe racer neoclásica. Pero antes, situémosla  en el  tiempo.

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Referencias históricas de la BMW R Nine T Racer

HP2 Sport

La más reciente. Un modelo exclusivo, con el que BMW quiso ofrecer en su momento la máxima potencia y el máximo rendimiento de una bóxer. Una moto diseñada al detalle, sin escatimar en los costes, a base de materiales preciados como el titanio o la fibra de carbono.

BMW R nine T Racer cruz verde

Tuve la ocasión de hacer el reportaje de este modelo en su momento, con prueba en el circuito incluida, y lo que puedo afirmar ahora es que la respuesta de su parte ciclo era sólida como un pilar; sin embargo, los 133 CV que rendía su motor de arquitectura tradicional no transmitían unas sensaciones tan intensas como las que te llegan ahora, al subirte a la R nine T Racer, con 110 CV y costando diez mil euros menos que la efímera HP2 Sport.

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R90S Daytona y la R nine T Racer

La mayoría la recordarán como una de las motos más carismáticas de principios de los setenta,  si afinamos aún más buscando en la historia del motociclismo, encontraremos la preparación con la que John Long compitió en el campeonato AMA de velocidad, corriendo en el propio anillo de Daytona.

BMW R nine T Racer BMW john Long 70

 

Si comparamos carisma por carisma, la histórica, lógicamente, se lleva la palma, pero tal vez pueda ser sólo por el momento, porque con el carácter y personalidad que marcan las líneas y el comportamiento actual de la R Nine T Racer, quién sabe si dentro de unos años la neoclásica de ahora no haya igualado a la diva de los setenta.

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Y a todo esto, hablando de motos históricas, me encontré con la R100S de Juan Miguel, mi médico. Un día de éstos, describiré al lector en algún relato cómo es una consulta con un galeno tan apasionado de la moto como un servidor.

BMW R nine T Racer con R100S

Posición de la R nine T Racer: Talla alemana

Las personas altas siempre escuchamos comentarios como “Tu moto es una trail” o “Tu moto es una custom”, y desde luego el de “Una deportiva no es para ti” o peor aun: “Esa moto te queda pequeña”. Bien. Parece que los alemanes han pensado por esta vez en ellos mismos, diseñando un generoso espacio para el motorista que conducirá, siempre en solitario, esta R nine T Racer. Lo cierto es que la distancia de la estribera al empeine de la palanca de cambios, con un 40 y pico mínimo, ya delata la talla del conductor para la que se ajusta esta bóxer; y de hecho, un buen amigo, que me vio llegar a los mandos de ella, me comentó, con mi 1,91 m, “Parece hecha a tu medida”. Y es que, no en vano, su discreta altura deportiva y sus 2105 mm la presentan como una moto de aspecto más bien largo.

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Los semimanillares, al ir anclados a ras de la tija superior, inclinan sus puntas hacia el suelo, al mismo tiempo que quedan abiertas, siguiendo las tendencias deportivas actuales y dejando al margen los manillares cerrados al estilo de los sesenta. Para completar la postura racing, los pies quedan retrasados proporcionalmente a una inclinación del tronco que marcan los puños distanciados de un asiento, que en conjunción con la cúpula redonda, da a esta versión de la R Nine T el más puro estilo cafetero. En cualquier caso, la altura de esas estriberas no es, desde luego, la de una RR, situándose más bien en las cotas del mundo naked, para hacer mucho más llevadera la posición de las piernas en carretera abierta.

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Sensaciones con la BMW nine T Racer

A nadie se le puede escapar que esta neoclásica es un modelo eminentemente pasional, por tanto una moto bastante apartada del sentido práctico cotidiano, para adentrarse en el mundo de las sensaciones motoristas. Veámoslas entonces, tratando de describirlas, después de habernos puesto en marcha.

La primera sensación, sin duda, la transmite esa postura radical café racer, con el tronco echado sobre los semimanillares, prácticamente, en la inclinación de una moto de carreras. Esto nos predispone a trazar con perspectiva lejana y a acoplarnos a la moto, prácticamente de forma inconsciente, cuando recorremos los tramos rectos de la ruta.

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Pero la segunda sensación es tal vez más intensa, y llega provocada por tres elementos en conjunto:

La cúpula del semicarenado clásico y redondeado, el empuje lleno y rotundo del bóxer y el escape dos en uno poniendo su banda sonora. Cuando divisamos un viraje en la distancia, la línea que dibuja el borde de la cúpula nos sugiere fácilmente la sensación de ir a los mandos de un avión, de un caza, anclado en la época que precisamente trata de recrear la propia R nine T Racer.

Por otro lado, si escuchamos con la imaginación el bóxer en sus regímenes más altos, nos recordará, en buena medida, a un motor de aviación, un motor de hélice, por supuesto. Y con un poquito más de imaginación, no nos costará sentir el empuje lleno y contundente del bóxer igual que el de un caza de los cincuenta lanzado a por su objetivo, que en nuestro caso será el vértice de la curva siguiente.

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El motor de la R nine T Racer

BMW ha montando un bicilíndrico de pistones opuestos con tecnología actual de 4 válvulas DOCH y refrigeración mixta, pero ha matizado en él algunas características que tratan de recuperar el carácter que transmitían los motores alemanes de generaciones anteriores, para sentir de una manera más pura la esencia del bóxer a la hora de abrir gas. El propio puño del acelerador envía la orden de su giro a la inyección mediante el tradicional cable de acero, para percibir directamente conectada a nuestra muñeca esa potente patada que se deja sentir en la escala más baja del cuenta rpm, sin el más mínimo retardo electrónico.

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Ésa es la sensación particular que busca el amante del bóxer, o de cualquier bicilíndrico clásico.

A parte de ello, en el régimen más alto del motor, digamos a partir de las 5.500 rpm, este 1.170 cc de 110 CV nos reserva un empujón final que no sólo se agradece, sino que se deja sentir como un gesto del recio carácter alemán que distinguió siempre a sus motores bóxer. En cualquier caso, no podemos hablar de una moto que se vuelva loca arriba, cuando alcanza el corte a tan sólo 7.750 rpm.

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Una música escultural

El escape, con su factura cromada, contribuye con su aporte melodioso a la belleza global del conjunto. Y es que su tono ronco y grave, y su petardeo gutural parecen salir de la caverna teutona en la que se engendró la propia esencia del bóxer.

Además de ese sonido en sincronía con el estilo de la R nine T Racer, su arquitectura dos en uno contribuye en una teórica medida a ese empujón final del bicilíndrico.

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El efecto cardan de la R nine T Racer

Desde que BMW diseñó su sistema paralever, las brusquedades sufridas antaño con este tipo de transmisión, prácticamente, han desaparecido. En la R nine T Racer, sencillamente tienes que bajarte y mirar la rueda trasera para comprobar que no es una cadena lo que le da su tracción. Para ello, BMW ha diseñado también un software particular de la inyección, que actúa sobre el freno motor en las reducciones, provocando un pequeño despiste en las primeras ocasiones que las aplicamos, sintiendo como si la moto quedara un pelo acelerada. No es así en realidad, y dos metros después de haber soltado la maneta del embrague, el motor actuará con esa poderosa retención que cabe esperar de cualquier bicilíndrico grande.

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Vibraciones de la BMW R nine T Racer

Es cierto que se sienten de una forma particular -que pienso no llega a molestar- a algunos regímenes concretos como las 5.000 rpm, por ejemplo; pero yendo a 120 por hora en sexta, que como bien sabe el lector, será la velocidad más constante que mantendremos, esta BMW Racer apenas se siente vibrar, por no decir que no se siente nada.

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Comportamiento dinámico de la R nine T Racer

Mirando desde el punto de vista más frío las reacciones de esta café racer bábara, lo primero que llama la atención es su facilidad de giro al entrar en los virajes. Lo cierto es que, al llevar el tronco extendido sobre el largo depósito, tienes la falsa sensación de conducir una moto de mayor longitud. Por eso, al girarla para encarar el vértice de la curva, sorprende la facilidad con la que ejecuta el movimiento a la mínima solicitud del contramanillar.

Por otro lado, a la salida del viraje, la nobleza con la que empuja el bóxer nos hará sentir seguros en plena aceleración, asistidos, además, por la salvaguarda de un control de tracción desconectable a voluntad.

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En el paso por curva, la nine T Racer se muestra sólida y aplomada, yendo a un ritmo vivo, eso sí, siempre que el firme no se presente ondulado, con chepas y bañeras, donde la horquilla convencional nos mostrará el peaje que paga su comodidad haciendo algo más llevadera para algunos la posición radical que propone su ergonomía. En cualquier caso, no estamos hablando en absoluto de que esta café racer llegue a perder la trayectoria, porque la mantiene con claridad, a pesar de las posibles ondulaciones; es simplemente que su geometría ligeramente de cotas con las inercias que genera el firme irregular.

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Una supuesta incomodidad de la BMW R nine T Racer

Bien. Partamos de la base de que esta BMW es tan radical que puede resultar incómoda para una mayoría, tal y como he escuchado comentar. La R Nine T Racer es una moto incómoda, de acuerdo: admitámoslo y hagamos entonces el cálculo descontando desde ese punto, teniendo en cuenta una serie de condicionamientos y recursos que exponemos en orden a continuación:

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Correcta elección del casco

No. No nos vale cualquiera, y debemos de escoger uno con la ventana lo suficientemente amplia, con una generosa visibilidad, particularmente en la franja superior; contando también en los laterales con una amplitud que deje libre al completo la visión del rabillo del ojo.

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Selección de la ruta para la R nine T Racer

No hace falta subirse a ella para imaginar que una travesía por la Gran Vía de Madrid, a las 8 de la tarde, con las actuales restricciones de tráfico, puede resultar una auténtica tortura con esta BMW Racer –en realidad, puede serlo con cualquier moto-. Así pues, si elegimos una ruta por carreteras de curvas, a ser posible evitando esos ángulos de primera marcha que trazan algunos montes asturianos, y tratando de fluir por series de curvas enlazadas, rápidas y medias, descubriremos la verdadera esencia de este modelo y encontraremos su idiosincrasia mucho más natural que la primera impresión que hemos tenido al contemplarla aparcada en la acera, antes de subirnos.

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Posición dentro de la postura

La travesía por la autopista puede resultar, sorprendentemente, mucho más llevadera de lo que aparenta, tratando de llevar el trasero haciendo tope con el colín. De esa forma, la curva transparente de la cúpula tomará un sentido aerodinámico, más allá del estético que nos impacta en el primer golpe de vista que dejamos caer sobre la Racer.

La silueta de la cúpula hará un acople con la frente de nuestro casco para que el viento fluya con mucha menor oposición, y de paso sujete nuestros hombros haciendo un leve efecto de colchón sobre el que podremos relajar el tronco.

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Sujetarse en las frenadas sobre la R nine T Racer

Muchos motoristas se quejan de una carga excesiva en las palmas de las manos y en las muñecas a la hora de frenar con una deportiva. Pero si empleamos el recurso que aplican los pilotos, sujetándose en las frenadas más exigentes con las piernas apretadas contra el depósito, descubriremos, primero que la ergonomía de esta R nine T Racer lo favorece hasta el punto de hacer pensar que se ha labrado así para ello, y segundo, que nuestras muñecas y antebrazos se verán aliviados de una presión innecesaria, dejando la dirección libre de una tenaza que bloquee su juego en las deceleraciones, y manteniendo la moto, además, sensiblemente más estable mientras reduce drásticamente la marcha.

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Detalles de la BMW R nine T Racer

El cuadro de instrumentación se ve, lógicamente, diseñado y modelado por la línea retro que marca el espíritu café racer, y se ve compuesto, en este caso, por dos relojes de esfera discreta, en las que se contienen los testigos de la luz de carretera, ABS, DTC,  alarma y uno único para los intermitentes.

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Debajo de cada reloj, encontraremos dos franjas digitales, cuyas cifras son suficientemente visibles, tanto de día como de noche, con una presbicia, como la de un servidor, de 1,75 dioptrías. La información de uno de esos cristales líquidos es la habitual del viaje, con los contadores parciales y totales, además del grado en el que hemos conectado, o no, los puños calefactados.

En el derecho, un ordenador de a bordo habitual, con los consumos, la hora e incluso la fecha, además de la cifra, bien grande, correspondiente a la marcha engranada en el cambio.

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Espejos de la BMW R nine T Racer

Un verdadero lujo, pensando que conducimos con una posición radicalmente deportiva. Incluso con la corpulencia de un servidor, el panorama que ofrecen de lo que se avecina por nuestra retaguardia, tanto como de lo que dejamos atrás por ella, es más que suficiente para controlarlo.

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Mejorable en  la R nine T Racer

-La falta del indicador de gasolina, aunque la Nine T Racer no es una gran bebedora, por lo que podemos graduar bien la distancia a recorrer con los 17 litros de su depósito, descontando los 3,5 que nos quedarán cuando nos avise el testigo digital de la reserva, eso sí, con un cálculo de la autonomía final que nos queda.

-El pivote dispuesto para extender el caballete lateral queda justo, justo, debajo de la palanca de cambios, con lo que, prácticamente nos obliga a desplegarlo pisando sobre la pequeña plataforma que constituye su propio pie.

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Precio de la BMW R nine T Racer

14.170 euros

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Conclusión sobre la BMW R nine T Racer

Una cafer racer con una estética tan llamativa que detiene el paso de muchos peatones para contemplarla aparcada. Una café racer que transmite unas sensaciones en marcha que van más allá del sentido vintage que dibuja su estética y de la esencia que guarda su motor para devolvernos, en forma retro, un concepto que habíamos perdido por la criminalización a la que fueron sometidas las doble erre de principios de siglo, y poco después. Sí, porque esta BMW R nine T Racer nos trae de nuevo a la carretera la deportiva de siempre, esa deportiva que desde los mismos tiempos del café racer servía a muchos motoristas como preciada montura para disfrutar de sus mañanas dominicales en las carreteras de montaña o en las de los pantanos más cercanos.

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La noticia sobre BMW R nine T Racer: El espíritu cafe racer alemán es contenido original del blog de MoriwOki


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